lunes, 10 de diciembre de 2012



EL GOLPE DE EFECTO DE RUIMÁN

Ruimán concursante del programa "La voz" de Telecinco, decide abandonar el concurso en directo tras discrepancias con la dirección y su coach Melendi.
Ruimán en el momento de su abandono

Allá por los años antes de Cristo ya se daban consejos acertados sobre la fama. El filósofo ateniense llamado Sócrates, nos  decía con frases que quedaron para la posteridad como“alcanzarás buena reputación esforzándote en ser lo que quieres parecer”. Parece, que todo ello, de poco sirve en estos años después de Cristo. La reputación se busca por doquier, sin importar su intencionalidad positiva o negativa y el esfuerzo por ser aquello que quieres parecer, se deja a un lado para dar pie a parecer aquello que te conviene, aunque no lo seas.

Un programa con un jurado con amplia experiencia musical aunque también criticado por cierta sobreactuación de algunos de sus coaches, en especial, David Bisbal- flanco de las críticas en las redes sociales que incluso han hecho tambalear su continuidad en el programa- va estrechando lazos con los aspirantes y reduciendo el número de participantes hasta lograr destacar solamente a uno, el elegido.

Ruimán, Tinerfeño llegado a la treintena, se ganó el cariño del público y de los miembros del jurado. A la imagen de sencillez que mostró en la primera audición, se sumó su especial profesión, afinador de pianos y vendedor de cupones en la ONCE. Su discapacidad visual, lejos de suponerle un hándicap en el escenario, le otorgaba empatía, humanidad y un punto de realidad social que poco a poco fue haciéndole más cercano al espectador.
Pasó una audición, y otra, y otra y parecía que aquel hombre con frases como “la música está hecha para mí y yo para ella”, cada vez estaba más asentado en el programa. Nada hacía presagiar desavenencias con su mentor en el programa, Melendi, que en los sucesivos programas parecía demostrar el mismo apoyo que a cualquiera de los concursantes que tenía bajo tutela.

Todo parecía indicar que por fin, había encontrado su sitio en el mundo de la música, pero no era así. Nada hacía prever que la segunda gala en directo de “La voz” fuera ser diferente a las anteriormente acontecidas en semanas precedentes. En esta ocasión hubo una nota discordante que chirrió en la música de “La voz” y no fue otra que la de Ruimán, que al salir al escenario y sin previo aviso, anunció que abandonaba el programa por “desacuerdo” tanto con la dirección del programa como con su coach el cantante Melendi que no paraba de repetir “yo no entiendo nada”, ante la mirada atónita de los allí presentes. Malú -también coach- no dudó en salir en defensa de su compañero resaltando su imparcialidad con todos los concursantes y poniendo toda su “fe” en que no creía que el asturiano hiciese algo en contra de sus talents. Una vez la cantante socorriese a Melendi, el público allí presente empezó a corear el nombre del cantante como si de un concierto se tratase. El desmadre estaba servido y todavía quedaba saber el veredicto del público, de quién dependía qué concursante querían que continuase. Jesús Vázquez, fraguado en mil batallas supo capear el temporal como pudo, con varias alusiones a “tú has aceptado las normas del programa” un claro, tú ya sabías a lo que venías. Con el 41,6% de los votos, Ruimán se salvó pero ya no estaba presente para escuchar los abucheos de la gente con gritos del estilo “que nos devuelvan el dinero”. Llegados a este punto, el presentador optó por exponer las razones del abandono de Ruimán que se centraban en que la cuenta de twitter del concursante tinerfeño por razones “ajenas” al programa había sido bloqueada momentáneamente. Ese hecho hizo que Ruimán se sintiese incomodo y pese a saber que el veredicto del público era a su favor, no le hizo cambiar de opinión.

Las reacciones no se hicieron esperar y las críticas tanto positivas como negativas explotaron tan pronto como el ex concursante puso un pie en la calle. Si bien la lógica hace pensar que el público se volcó en su totalidad con el "eslabón vulnerable" del conflicto, no fue del todo así. Es cierto que un porcentaje de la audiencia se puso del lado de Ruimán alegando un trato injusto por parte del programa y todo lo que lo rodea, pero, otro porcentaje, no dudó en calificar el acto del concursante como oportunista y meditado. Muchas son las voces que ven un beneficio evidente para los principales protagonistas con el desencadenante de todo este conflicto; quizá no importe tanto que hablen bien o mal de uno, sino de que hablen, y ese objetivo se ha conseguido.

Atrás quedan las palabras de Sócrates que se mencionaban en un comienzo, atrás, aquella idea de que la fama no es más que un reconocimiento al talento propio. Por delante, tiempos en los que el todo por el todo cobra fuerza, en los que la fama se mide por los tweets que te dediquen o los minutos en los que tu cara aparece en un monitor de televisión, o en los que, se descarta el llegar a conseguir el sueño por el camino largo, para conseguirlo mediante el camino corto, cueste lo que cueste. Quizá solo buscase un golpe de efecto, después de todo, así son los años después de Cristo.